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Ajenos al caos

Hace exactamente un mes, me encontraba paseando por Barcelona con una amiga, disfrutando de la Rambla. Ella se fue a  la Sagrada Familia y yo, que la conozco al detalle, me fui en busca de un bar catalán, haciendo hora para pronto tomar el Ave Barcelona-Valencia.

En vano busqué y no encontré el  barcito añorado. En frente de la catedral, me fui al Mc Donald's de la zona,  pues los bares típicos catalanes ya permenecían cerrados por precaución ante la llegada del bicharraco. Admito que tuve sentimiento de culpa al entrar en un lugar tan poco típico, carente de las tapas y olivas, infaltable bocadillo que te ofrece el camarero...  Al cabo de unos  minutos, toda la culpa se transformó en curiosidad y relajo, al hacerme de cinco amigos que entraron al lugar. Uno muy canchero se  sentó a mi lado y me preguntó respetuosamente si me  incomodaba... pasado un rato, nos encontrábamos los seis, charlando animadamente sobre los bares y lo práctico  que les resulta a ellos visitarlo cada tarde.

 No está de más decir que bordean cada uno las 7 décadas, y con orgullo me explicaron sus razones para ser asiduos clientes de este local de comida rápida. 

Paco, el más entrador, me comentó con lujo de detalles que los bares de antaño están obsoletos para ellos. En cambio, en su seudo club de Tobi, encuentran juventud, movimiento y vida. Cada uno reemplaza la añeja libretita por el móvil, del cual, debo admitir, lo manejan como nativos de las tics... Tal cual! 

Cuando pregunté a cuantos minutos me encontraba desde metro Sagrada Familia hasta la estación de ferrocarriles, volaron a teclear sus móviles para a través de GPS indicarme las coordenadas. El más hábil, no tuvo más que poner el mic y por medio de audio "preguntantarle a Siri" cual era la alternativa más directa para llegar a mi destino.

La conversa fue animada, hasta que Fer, natural de Ibiza, mencionó que ya tenían que volver a la residencia... que serían las 18.00 hrs, tiempo de jugar al poker. 

Una mirada nostálgica hizo que un silencio incómodo visitara nuestra mesa. Paco recordó que la mujer de uno de sus amigos, acababa de ser notificada de padecer el Covid-19. El animado grupo ya no sonrió; cogieron sus bastones, bufanda y móviles y se excusaron, que tenían que volver a su residencia, que la hora de "patio" había acabado...

Me pregunto hoy, a un mes de ese encuentro, como estarán aquellos señores, que al igual que yo, nos encontrábamos tan ajenos a todo lo que se nos venía.

El periódico catalán, aquel día anunciaba los primeros dos fallecidos por el coronavirus. Hoy, exactamente a un mes, la cifra despiadada alcanza a más de 14.000 almas perdidas en España.

Mi amiga, al volver a Chile tuvo que guardar estricta cuarentena por semanas.

A un mes del titular barcelonés, prometo, para mi próximo viaje a Barcelona, visitar ese seudo bar de comida rápida, procurando estar ahí puntual, antes de las 18:00 hrs, la hora de patio, encontrar a mis amigos catalanes, los seis. Ni uno más ni uno menos, Dios mediante.